El despacho mexicano Rojkind Arquitectos presenta un proyecto que surge de la necesidad de responder con empatía a un tema que concierne a todos en tiempos en donde la pandemia de COVID-19 ha azotado a todo el mundo, el "Reclamo de Luto." De esta forma, Michel Rojkind, Arturo Ortíz Struck, Diego Díaz Lezama presentan una propuesta ubicada en el Times Square de Nueva York, Estados Unidos y Ciudad de México con expansión tentativa a otras ciudades.
Texto por Arturo Ortíz Struck.
Nos preguntamos por la noción de hospitalidad y la posibilidad de acoger a otros sin una idea impuesta del mundo, sin una narrativa que establezca la realidad en torno a una comprensión individual de las cosas. Debemos dejar de idealizar a otros en nuestros términos. Nos preocupa la forma en que una enfermedad pandémica podría llevar a las sociedades bajo el poder del estado y la vigilancia sistemática, un lugar en el que los humanos pueden ser vistos como objetos para ser controlados, pero la soberanía sobre nuestros cuerpos es solo una ilusión liberal. Creemos que el problema ético con un punto de vista biopolítico es que la vida no se puede administrar.
Especulamos sobre cómo deberíamos de recibir a otros en esta crisis pandémica. ¿Cómo crear hospitalidad? ¿Cómo ver las cosas más allá de la administración? Nuestra intuición nos lleva a exigir el derecho de enterrar a nuestros muertos, que entendemos como la clave en contra del encierro biopolítico.
Las tumbas son el último testimonio de la vida, de nuestra vida. El diseño y la arquitectura pueden estar a cargo de materializar los signos que tomaron la vida por sorpresa y mataron a cientos de miles sin permitir un espacio para luto. Reclamamos el acto del duelo. Por lo menos podemos ocuparnos de eso, de construir símbolos donde podamos colocar el testimonio de nuestra vida y la vida de los demás, es lo mínimo que podemos hacer. Imaginemos una forma a través de la cual podemos convertir estas terribles muertes en un recuerdo, honrando sus vidas a través de ciudades llenas de cenotafios.
No se trata de memoriales, ni de monumentos que el gobierno se apropie para administrar la sensibilidad social, se trata de crear cenotafios simples que permitan que los vivos acompañen a sus muertos y extender el cementerio dentro de la ciudad, junto a sus hogares. Perseguimos crear una sensibilidad sobre la muerte, mostrando la necesidad social de asumir la responsabilidad sobre la muerte de “el otro”, cualquier “otro” que murió en cualquier país, sin tomar en cuenta el origen, la raza, el género, la religión, las preferencias políticas o el estado migratorio.
Conceptualizamos una instalación efímera en Times Square en Nueva York y en el Zócalo de la Ciudad de México como ejemplos. Consisten en localizar cenotafios dedicados a todos los que murieron en estos sitios, con sus nombres. Después de algunas semanas de luto social, alentamos a las familias y amigos a participar tomando el cenotafio correspondiente y colocarlo en las banquetas de sus casas. El luto se extiende a los barrios de cada ciudad. Podemos compartir nuestro dolor en el dolor de los demás.
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